Relatos por el mundo
El segundo día en Linz nos encontró tempranamente en trayecto hacia el centro de la ciudad permitiéndonos apreciar el delicado encanto de sus calles. De paso, aprovechamos para congraciarnos con una revisita (por fuera) a la inmensa catedral de Mariendom.
Antes de seguir adelante te recomiendo leer el post anterior 2×1 en museos Tan solo 3 horas en tren nos… Continue Reading
Es probable que mi interés e insistencia hayan hecho de los museos los protagonistas del último día en Múnich. A esta altura ya conocerán mi debilidad por estar parado frente a magníficas obras de geniales artistas.
Si bien nuestro plan nocturno tenía su sede a escasos metros de donde habíamos estado toda la mañana y parte de la tarde, un descanso para los pies era imprescindible.
Nuestro primer amanecer en Múnich auguraba un sinfín de lugares a visitar y atracciones por conocer.
El tren de regreso hacia el aeropuerto de Ginebra fue un nuevo pero inevitable golpe bajo hacia nuestras billeteras. Una vez allí, un vuelo de mediodía de la aerolínea italiana Air Dolomiti nos esperaba con la misión de depositarnos en Baviera, más precisamente, en Múnich.
Luego de un fugaz paso de reaprovisionamiento por el hotel, cargamos con lo mínimo e indispensable para pasar el resto del día (y la noche) en Montreux y tomamos el colectivo hacia allí.
El calendario decía que el sábado 14 de julio sería la última fecha del Festival de Jazz de Montreux del 2018 y, estando a una hora en tren, no nos lo íbamos a perder.
Un dejo de nostalgia por nuestro viaje familiar del 2016 nos llevó a mis hermanos y a mí a plantearnos con seriedad la posibilidad de embarcarnos en nueva travesía europea en 2018.
Por una demora en nuestro vuelo de regreso a Seúl, “cortesía” de la empresa Cebú Pacific, arribamos nuevamente a Incheon con más de tres horas de retraso.