Nuevamente, alquilamos dos habitaciones con dos camas, esta vez con baño privado. Mientras desempacábamos, me resultó curioso presenciar cómo uno de mis amigos dejaba prácticamente vacío su bolso, acomodando toda su ropa en los pocos espacios disponibles, ubicando sus artículos de aseo en el baño, como si nos fuéramos a quedar allí un mes. Ya instalados, coincidimos en el área común con nuestros nuevos vecinos que resultaron ser dos parejas mayores, una de Argentina y otra de Serbia.
Quizás nuestra joven apariencia modesta despertó el instinto maternal de ambas parejas que parecían competir por quién nos trataba mejor o daba los mejores consejos. Mientras los argentinos nos regalaban una guía de viaje por Latinoamérica, los serbios nos preparaban un manjar de ensalada. Ya declaradas las intenciones, los argentinos, por obvias razones, creían llevar la ventaja pero, vaya uno a saber por qué, los serbios resultaron triunfadores.
Bora y Zlata estaban ya retirados, él era violinista y recorrió el mundo con sus conciertos, ella lo acompañaba. Desafortunadamente, un cáncer le impedía seguir tocando y viajando tan asiduamente como antes. Recuerdo que una tarde, de regreso de un día de playa, encontramos a Zlata sollozando triste por el sufrimiento físico de su marido quien, para que ella no lo presenciara, salía a caminar tanto como fuera necesario para regresar sólo cuando el dolor amainara.
Primero !
Qué gran viaje, sin dudas imborrable e irrepetible. Felicitaciones por el blog Manu !! Quedó impecable 😉
Gracias Facu!!! Un crack como siempre!!!