A la hora pautada, Wayne regresó con su camioneta para llevarnos hasta la puerta de nuestra casa. Sin embargo, a mitad del camino y sorpresivamente, Wayne detuvo el vehículo, se bajó, cruzó la calle y levantó del suelo un inmenso coco, un par de limas y arrancó unas hierbas de un aroma bien refrescante.
En un comienzo no entendimos bien para qué había recogido aquellos productos pero no le dimos mayor importancia. Luego de manejar un rato más, Wayne frenó de nuevo frente a una vivienda, nos dijo que esa era su casa y que enseguida regresaba.
En ese momento nos miramos con mi novia con algo de desconcierto, sentados atrás y en silencio hasta que vimos a Wayne salir de su casa con un machete que por poco no era una espada. Conforme se acercaba a la camioneta empuñando el arma blanca recuerdo haber pensado: “Bueno, tengo 29 años, mal que mal los viví… a todos nos llega algún día”.
Pero claro, nos volvió el alma al cuerpo al ver que el machetazo lo empleó para pelar el coco con una técnica tan pulida como indispensable para evitar rebanarse todos los dedos.
Se ve que le debemos haber caído bien porque, tras convidarnos la blanca carne del coco y regalarnos el sobrante, nos invitó a cenar a su casa al día siguiente, ofrenda que aceptamos gustosos y sin dudarlo. No olvidemos que el hombre tenía prácticamente una guillotina en la mano y sabía usarla…
Adelante Salgari
Jajaja, un poco mucho, no?
Gracias!!