Tras casi dos horas a pie, habiendo atravesado el monte hogar de la N-Tower, llegamos a la zona del sublime monumento a la guerra de Corea. A la distancia ya se destacaba la escultura del par de soldados del norte y del sur fundidos en un abrazo partido por el conflicto.
Bajo sus pies se encontraba un pequeño domo, también resquebrajado, en cuyo interior pudimos hallar información de aquella fatídica guerra desde 1950 a 1953 que dividió al país.
Como una figurita repetida, la guerra estalló por decisión de las potencias de siempre y, al momento de escribir estas líneas, aún no ha concluido. Técnicamente hace más de 60 años que están enfrascados en un cese del fuego en el que la zona desmilitarizada, ubicada sobre famoso paralelo 38, es la máxima expresión de la ruptura de esta nación.
Manu me sumerjo siempre en tus descripciones y fotos con la misma sensación de goce estetico imborrable.
Gracias por tan poética loa!!
Abrazo Chalo!