La plenitud del Titicaca

La plenitud del Titicaca

11 febrero, 2020 0 By Manu

Antes de seguir adelante te recomiendo leer el post anterior El cóndor pasa… (y el apunamiento también)

El porqué de nuestra estadía en Puno tenía que ver con esa inmensa masa de agua que baña sus costas: el lago Titicaca. El sabor del desayuno esa mañana en el hotel fue especial, pero no por causa de la altura, sino por la victoria del genio Federer sobre el escocés Murray por los cuartos de final del abierto de Australia que seguí atentamente en el televisor del restaurant.

Una excursión en bote por el lago navegable más alto del mundo nos llevó primero a la isla Taquile. Allí disfrutamos un tempranero pescado como almuerzo, nos enseñaron algunas costumbres de sus habitantes como la forma en que fabricaban su propio detergente a partir de unas plantas locales y hasta me di el lujo de tirar unos pasos de baile con los lugareños, un poco obligado, al son de la música de los isleños.

Pescado
Pescado al plato... literal
Taquile
Vista desde la isla Taquile

Las precipitaciones de un cielo encapotado no fueron impedimento para recorrer la pequeña isla, sus modestas construcciones y sus angostas terrazas de cultivo. De vuelta en el bote y tras unos minutos surcando el Titicaca, el cielo empezó a aclarar invitándonos a subir al techo de la embarcación para tirarnos panza a arriba y perdernos bajo los milenarios cielos peruanos.

Esos momentos de contemplación, de la naturaleza en mi caso, suelen ser combustible para el espíritu y cada tanto es lindo, sino necesario, intentar alcanzarlos. Podría haber permanecido allá arriba horas respirando el aire más puro, pero la isla flotante de los Uros esperaba nuestra visita.

Lago Titicaca
La plenitud del Titicaca
Agua
Las nubes van quedando atrás
Bandera en barco
La bandera siempre en lo alto

Esas islas artificiales hechas fundamentalmente con totora son el hogar de varias familias que decidieron vivir la deriva dentro de los confines del lago. La totora, además de superficie, es utilizada para construir casas, embarcaciones y hasta se puede comer (no es ninguna exquisitez).

Debido a su fama turística, en los últimos años se fue desarrollando una iniciativa para permitir que algunos visitantes puedan pasar la noche, por un precio desde ya, en alguna de las modestas casitas a bordo. Asimismo, los jóvenes de la isla estaban tendiendo a migrar hacia tierra firme en busca de una mejor posibilidad de educación formal y por ende, mejores oportunidades laborales.

Pez de totora
Todo, pero TODO hecho con totora
Barquito
Hasta este lindo barquito
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De regreso en el hotel, las noticias de una nueva devaluación argentina (sumado al mencionado cepo) me hacían replantear la utilización de la divisa estadounidense adquirida por cortesía del “dólar turista” de la AFIP.

Es cierto que quizás lo mejor durante las vacaciones sea desconectarse totalmente, pero en mi caso no puedo evitarlo y me gusta saber qué está pasando en casa e incluso tratar de actuar en consecuencia, como en este caso, si la ocasión lo amerita.

Fue así como esa noche fuimos a comer un restaurant llamado Pizza Andina listos para darle un bueno uso a la tarjeta de crédito y salvaguardar el papel moneda. Muy a contramano de su nombre, aquel restaurant puneño me sorprendió con una delicatesen regional en su menú: el cuy chactado, el cual ordené sin dudarlo.

Para ponerlos en sintonía, el cuy es un roedor similar al conejillo de indias que se sirve como plato típico por aquellos lares. Con el animalito asado frente a mí, intenté fútilmente desmenuzarlo con los cubiertos.

Al observar tal falta de pericia, el mismo camarero que me lo había traído se acercó muy amablemente y me dijo sin rodeos: “Acá lo comemos con la mano”. “Menos mal!!!” dije yo y, ante la horrorizada mirada de mi novia, le hinqué el diente a tan exótico y caprichoso manjar el cual me dejó con la panza llena y el corazón contento.

Cuy chactado
Con el perdón de vegetarianos y veganos... He aquí mi cuy chactado
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El día siguiente lo pasaríamos prácticamente en la ruta: el trayecto de Puno hacia Cuzco demandaba más de 6 horas, teniendo en cuenta algunas visitas durante el recorrido. Una vez sorteada la muy poco atractiva ciudad de Juliaca (cuya principal actividad, según el guía, era el contrabando), la primera posta tuvo lugar en Pukara, el pueblo de los toritos de arcilla que dan buena fortuna a quien los posea, siempre y cuando se los coloque en pareja.

Hicimos una fugaz visita a su museo arqueológico y a su iglesia como una excusa para estirar las piernas. La siguiente parada fue para un necesario almuerzo en un restaurante poseedor de un jardín con vista a un tímido salto de agua y una llama de mascota pastando muy campante al sol.

Torito
Torito de Pukara
Iglesia de Pukara
Iglesia de Pukara
Llama
Lama glama

Luego, continuamos viaje hacia el templo de Viracocha (también conocido como el sitio arqueológico Raqchi), considerado el dios creador del panteón andino. Las ruinas consistían en unas altas paredes del color del adobe encabezadas por los restos de un tejado y de paredes de piedra a la altura de la cintura diseminados por toda la extensión del predio.

Algo llamativo de aquel sitio era la visible inclinación de aquellos muros que les permitía, según nuestro guía, hacer frente a los frecuentes movimientos telúricos de la zona, razón por la cual se mantienen en pie hasta nuestros días.

Templo de Viracocha
Ruinas del templo de Viracocha
Muros antisísmicos
Tecnología antisísmica milenaria

Faltando poco para llegar, hicimos una última parada para conocer el minúsculo pueblo de Andahuaylillas cuya principal atracción es la iglesia de San Pedro Apóstol.

Más allá de las tres masivas cruces de madera colocadas a la derecha de la entrada, lo realmente impactante de aquel lugar se encuentra en su interior. El mismo se hallaba decorado de manera suntuosa con estilo barroco, pan de oro a mansalva, obras pictóricas de gran nivel y murales exquisitos. Salvando las distancias, se la conoce como la “Capilla Sixtina de América”.

Nuestro desembarco en Cuzco se limitó únicamente a hacer el check in en el hotel Mabey, pegarnos un baño, comer algo y caer rendidos en la cama. No había resto para más…

Iglesia San Pedro Apóstol
Iglesia San Pedro apóstol en Andahuaylillas. La foto del interior se las debo...

No te pierdas como sigue este viaje en el siguiente post Postales desde “el ombligo del mundo”

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