Luna de miel en Sudáfrica
El 2018 comenzaba a desperezarse cuando en su primera mañana emprendimos nuestro viaje de luna de miel hacia ese continente tan misterioso y cautivante: África.
La semana previa estábamos algo preocupados por quedarnos dormidos o por no encontrar taxis que nos lleven a aeroparque. Atento a ello, resolvimos pasar fin de año con parte de la familia en casa y contratar un remís de antemano con servicio puerta a puerta.
Dicho sea de paso, esa mañana, meramente por curiosidad, pispeé Uber para ver qué tanta disponibilidad tenía un 1° de enero. La verdad es que autos sobraban y no me hubiera fallado.
LATAM sería la encargada del primer tramo del viaje hacia San Pablo (de ahí que partiéramos desde el aeroparque Jorge Newbery). Guarulhos es un aeropuerto con una incógnita cada vez que nos pone cara a cara y no pareciera tener intenciones de cambiar.
Las escalas cortas pueden convertirse en una carrera por el oro olímpico en pos de llegar a la puerta correspondiente. Eso sí, siempre y cuando se puedan descifrar algunos de sus pasajes pobremente señalizados.
Pero me estoy quejando de más ya que este no fue el caso. Solo estuvimos un par de horas y el único momento de tensión fue cuando escuché mi nombre por el altoparlante del aeropuerto sentado frente a la “Gate” correspondiente.
Al acercarme al mostrador, me comunicaron que era para chequear que tuviera la vacuna contra la fiebre amarilla al día a lo que amablemente les correspondí mostrándoles mi cartoncito amarillo con todos los sellos y firmas pertinentes.
Fue responsabilidad de South African Airways depositarnos en la pujante y emblemática Johannesburgo tras 11 horas de vuelo en línea recta sin desviar la latitud. El aeropuerto O. R. Tambo, equivalente al Ezeiza argentino, nos recibió a poco de amanecer.
Tras los pertinentes trámites migratorios, enfilamos hacia el sector que conectaba con las vías del Gautrain, un tren de alta velocidad impecablemente puntual y pulcro.
Decidimos hacer la cola para sacar los onerosos boletos, amén del par de máquinas que los vendía con solo poner la tarjeta de crédito. Nos tomamos tal molestia por mi temor a que, al no saber interpretar la expendedora, pudiera sacar boletos en la dirección contraria.
En verdad, también lo hicimos por mi necesidad de que una persona de carne y hueso me asegurara estar sacando el pasaje correcto. Después de todo, supongo que todos tenemos nuestras mañas…
Solo 25 minutos demoró el futurista Gautrain en dejarnos en la estación de Sandton. A ello hubo que sumarle otros 20 minutos más de taxi hacia nuestro hotel emplazado en el coqueto barrio de Melrose Arch.
Dato para los viajeros: podría haber hecho combinación con otro tren en la misma estación de Sandton y llegar a Rosebank que está pegado a Melrose, pero sinceramente no me animé y fui a lo seguro.
Melrose Arch es una zona moderna, con estilo, diseñada para turistas de un poder adquisitivo más bien alto. Es muy recomendable para pasear, con restaurantes de todo tipo y shoppings con marcas que son el terror de más de una billetera.
Llegados al hotel, el trajín del viaje y la falta de sueño que teníamos encima eran por demás notorios. Habíamos reservado habitación en el African Pride y, si bien por fotos prometía bastante, superó ampliamente nuestras expectativas.
Sin haber terminado de pagarle al taxista ya estábamos rodeados por el personal del hotel para recibir nuestras valijas. Por su parte, el lobby era amplio y moderno y la atención en el mostrador impecable.
Como era muy temprano, nuestra habitación no estaba lista y gentilmente nos ofrecieron una bebida de cortesía en una sala de descanso contigua. Debo confesar que estar sentados en un sillón de cuero ubicado en un salón alfombrado que incluía barra y mesa de pool, disfrutando de un café por un lado y de un cappuccino por el otro, era exactamente lo que necesitábamos en ese momento.
El stress del vuelo amplificado por el consecuente arribo a un lugar desconocido se esfumó al instante. Estaba tan a gusto por aquel recibimiento que ni me percaté de la desaparición de nuestras valijas, las cuales ya habían sido despachadas hacia nuestros aposentos.
Nuestra cálida bienvenida al African Pride fue solo un anticipo de lo que nos esperaba en la habitación: un baño inmenso, ventanas de pared a pared y del piso al techo, un escritorio para sentirme un exitoso empresario, un mueble escondiendo todo lo necesario para un desayuno expeditivo, una cama amplia adornada con pétalos para la ocasión y como detalle colorido, una pintura de un ladrón robando una caja fuerte que escondía tras de sí, precisamente, una caja fuerte.
Podría seguir hablando de los menesteres de este hotel pero el viaje recién comienza y hay mucho por contar, pero sin duda se lo recomiendo a quien tenga la posibilidad de conocerlo.
La elección de Melrose Arch no fue fortuita. Durante los preparativos del viaje leímos en varios blogs que Johannesburgo era una ciudad muy peligrosa y que era mejor evitar ciertas zonas.
Tras corroborar esa información con algunos conocidos que habían viajado allí, decidimos no tentar a la suerte y buscamos barrios considerados “seguros” para pasar la noche. Entre ellos se destacaron los ya mencionados Melrose Arch, Rosebank y Sandton.
Luego de acomodarnos, me empeciné en darle batalla al sueño acumulado. Bajamos hacia la zona de la pileta y almorzamos unos sándwiches bien cargados y rendidores bajo el amparo de una sombrilla.
Unos metros más allá, otra pareja disfrutaba de un tentempié sentados en una zona de pileta lo suficientemente somera como para sentir el agua acariciándoles los pies.
El almuerzo fue lo que terminó de noquearme. Ni bien retornamos a la habitación me desplomé por un par de horas sobre la floreada cama sin siquiera atinar a sacarme las zapatillas.
Esa primera noche la pasamos tranquilos, cenando en Paul, uno de los múltiples restaurantes, caminata por la calle principal aún adornada con temática navideña y vuelta al hotel para dormir.
Había que estar bien descansados ya que tempranito al día siguiente nos esperaba nuestro primer tour: el Parque Kruger.
No te pierdas como sigue este viaje en el siguiente post Safari en el Parque Nacional Kruger