Pasado y futuro sobre el Danubio

Pasado y futuro sobre el Danubio

29 noviembre, 2021 2 By Manu

Antes de seguir adelante te recomiendo leer el post anterior La pequeña Linz

El segundo día en Linz nos encontró tempranamente en trayecto hacia el centro de la ciudad permitiéndonos apreciar el delicado encanto de sus calles. De paso, aprovechamos para congraciarnos con una revisita (por fuera) a la inmensa catedral de Mariendom.

Los albores de la jornada permitieron que la cálida luz del sol acaricie su fachada imprimiéndole un aire más imponente que el día anterior.

Mariendom
La catedral por la mañana

A pocos metros del verde Danubio dimos con una casa que supo ser hogar de otro de los genios de Austria. En esta ocasión  estábamos ante una de las tantas moradas que tuvo el honor de albergar al célebre Wolfgang Amadeus Mozart. Bien pudiera haber sido vecino del bueno de Kepler, aunque con un siglo y medio de diferencia.

Esta construcción de mediados del siglo XVI cuenta con una entrada de arco decorada con un par de placas y unos ornamentos dorados. Al atravesarla, ingresamos a una corta galería custodiada en uno de sus laterales por un busto bastante gastado del músico.

Casa de Mozart
Allí donde supo morar el irrepetible Mozart...

Al final de aquel pasaje arribamos a un patio interno en el que se destacaban sus dos pisos superiores con más galerías, más arcos y algunas coloridas plantas. Fue rodeado por estas paredes donde Mozart no tuvo mayor inconveniente en escribir la Sinfonía de Linz y la Sonata de Linz en tan solo 3 días.

Actualmente, la mayor parte de la residencia (llamada Mozarthaus) solo puede ser apreciada desde afuera, al menos de forma gratuita. Los interiores están reservados para quien tenga el billete suficiente y quiera alquilar alguna de sus salas para un evento privado.

Casa de Mozart
...hoy hay un bonito patio

Luego de nuestra fugaz visita al rancho linciense de Mozart, avanzamos unas pocas cuadras donde unas numerosas escaleras de piedra nos acercaron hacia el elevado Schlossmuseum. Como su nombre lo indica, el lugar es un museo y está dedicado al arte, tecnología y naturaleza de la Alta Austria.

Sin embargo, nuestras intenciones distaban de visitar sus galerías rebosantes de cultura e historia. Lo que ocupó nuestro tiempo en aquel lugar, que más bien era un castillo techado con tejas de color ladrillo, fue sentir la paz que por allá arriba se respiraba.

Schlossmuseum
A pocas cuadras, el Schlossmuseum
Schlossmuseum
Un lugar bien tranquilo

Con esto no quiero decir que el resto de Linz sea una vorágine descontrolada, nada más lejos de la realidad. Pero desde allí, la amalgama entre el parque vecino, las vistas de la ciudad y la exquisita compañía del Danubio trajo consigo un invasivo y bien recibido halo de sosiego.

Por otro lado, el predio estaba prácticamente vacío y lo recorrimos tranquilamente. Con cada paso observábamos el contraste entre las partes modernas del museo y las antiguas del castillo. Solo cuando estuvimos satisfechos de serenidad, comenzamos el regreso por un sinfín de escaleras zigzagueantes que se abrían paso entre las vecinas casitas de época.

Schlossmuseum
La primera postal del Danubio
Schlossmuseum
Armonía entre lo tradicional y lo nuevo
Logo

A esta altura del partido ya habíamos cubierto bastante superficie de la pequeña Linz, por lo que el momento de cruzar el charco cayó por decantación. Para sortear el Danubio debimos subir al anchísimo Nibelungenbrûcke (puente Nibelungo) por el que pasan 6 carriles, pistas de tranvía, de bicicletas y pasarelas para peatones. Prácticamente una avenida sobre el río…

Al llegar a la mitad de sus 250 metros de largo, nos detuvimos para apreciar nuevamente el hermoso color del Danubio que armonizaba fantásticamente con los colores de la bandera austríaca. Dicho sea de paso, era la primera vez en mi vida que lo tenía frente a mí.

Danubio
Encantado de conocerte, Danubio

Con el sol a pleno en su cénit, atiborramos nuestros celulares con fotos de la rivera; fotos que de a ratos eran intervenidas por nuestra presencia. Luego de llegar al final del puente, me hice una escapadita hacia la orilla para mojar mis manos en las milenarias e irrepetibles aguas del río.

Es una suerte de necesidad que tengo para estar conforme y seguro de que realmente conocí tal o cual lugar. Algo similar a cuando me di mi primer baño en el Mediterráneo y pude “conocer” uno de los 7 mares…

Danubio
Fascinado con su color verdiazul

A los pies del extremo norte del puente nos esperaba el gigante y espejado Ars Electrónica Center, un centro dedicado a las artes electrónicas y a la tecnología.

Nomás entrar, el interior repleto de vidrio y metal decorado con obras que hibridaban el arte y la ciencia me dieron la impresión de estar viajando al futuro.

No obstante, dado que no soy un fanático de la tecnología y los chiches electrónicos, mis expectativas respecto de esta visita se encontraban algo apaciguadas. Como estábamos a minutos del mediodía, nos anotamos en una demostración audiovisual que se iba a proyectar a las 12 en una sala dedicada exclusivamente para ello.

ARS Electronica Center
ARS Electronica Center, el futuro está aquí

Antes de ingresar, el staff nos proveyó de gafas 3D para poder sumergirnos completamente en la inminente experiencia. Una vez dentro, las luces se apagaron por completo y dio inicio una proyección gigante sobre una de las paredes del salón.

Lo primero que mostraron fueron imágenes de La Gioconda y La última cena del genio Da Vinci. Ustedes pensarán “¿Y eso que tiene de novedoso?”. Pues lo sorprendente era que estaban en calidad 8K y, conforme iban aumentando el zoom, pudimos apreciar al extremo los detalles de la pintura.

Incluso se podían distinguir claramente las pequeñas grietas de la pared donde está plasmada aquella famosa escena bíblica. Arrancamos bien Ars Electrónica.

ARS Electronica Center
Proyección en 8K de "La última cena"

A continuación nos llevaron en un viaje interestelar a través de una proyección animada en 3D que recorría los confines del universo. Pudimos visitar planetas, asteroides, nebulosas, galaxias y hasta agujeros negros como quien recorre el infinito con tan solo pensarlo. El ballet cósmico había comenzado…

ARS Electronica Center
Tengo un amigo que se hubiera volado la cabeza con esto

Luego de aquel espectáculo tan natural como surreal, regresamos a la Tierra para ser parte de una nueva proyección, solo que en este caso tenía un factor interactivo.

De golpe y porrazo, una marea de luces con forma de flechitas azules invadió el piso del lugar. Las mismas migraban de un costado a otro del salón y su flujo solo era interrumpido por el andar de los participantes.

Daba la sensación de estar atravesando un río (quizás el Danubio) cuya corriente se desviaba al encontrarse con nosotros. Vaya uno a saber cómo cornos hacían para que una proyección de tamaña envergadura pudiera interactuar así. Cosa de mandinga…

Al salir de aquella demostración, ya estaba convencido de estar en el futuro y nuestro siguiente paso fue visitar las demás exposiciones. Como tres chicos en una juguetería, nos dimos una panzada de tecnología.

Pudimos hacer música destapando jarrones, recorrimos el mundo con GPS dotados de impresionantes imágenes satelitales, echamos un vistazo a las infaltables impresoras 3D, nos sumergimos en la realidad virtual y hasta nos sacamos una foto 360º con un scanner gigante.

Impresiones en 3D
Todo tipo de impresiones en 3D

Sin embargo, una de las actividades que más me sorprendió fue una en que, sentado frente a una pantalla, una serie de imágenes se presentaron ante mí. Las instrucciones me indicaron que tenía que dirigir mi vista hacia ciertos elementos presentes en las imágenes.

Una vez que mi vista se posaba sobre esos ítems, el ejercicio estaba resuelto y pasaba a la siguiente imagen. La máquina podía detectar hacia dónde se dirigía mi vista!!!

Como si eso fuera poco, la última parte de la actividad constó de un juego en el que, con la vista, debía destruir asteroides que se acercaban peligrosamente hacia una nave. La verdad es que me resultó tan fascinante como perturbador el poder hacer tanto con tan solo una mirada.

ARS Electronica Center
Actividades para todos los gustos

Tan absortos estuvimos durante nuestra futurista visita al Ars Electrónica Center que el tiempo pasó volando. La tarde había dicho presente hace rato y nuestros estómagos lo sabían por lo que nos pusimos en campaña para buscar un lugar para degustar un almuerzo tardío.

Afortunadamente, el destino nos sonrió con un barcito que aún tenía su cocina abierta. Por mi parte, le devolví la sonrisa con unas suculentas salchichas austríacas envueltas en panceta y acompañadas por papas al horno con mostaza y ensalada.

Almuerzo en Linz
Esta es la actividad que más me gusta

La verdad es que Linz se puede recorrer en 2 días tranquilamente. Pero ello no quiere decir que haya poco para recorrer, en absoluto. De hecho, su talante pacífico rodeado de hermosa arquitectura bien podría replantearme una estadía de mayor duración. No obstante, estábamos a mitad de viaje y las ciudades que nos esperaban más adelante prometían y mucho.

Linz fue mi primera ciudad de Austria y mi primer contacto con el Danubio. Tan solo por esos dos motivos ya guarda un lugarcito especial en mi corazón. Si encima le suman todo lo que tiene para ofrecer y su inusual paz europea, es una ciudad para tener muy en cuenta en cualquier visita a Austria.

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No te pierdas como sigue este viaje en el siguiente post Primeras impresiones de Viena