El museo presentaba una cantidad de material gráfico, fílmico e interactivo tan completo que nos llevó a detenernos a cada momento para leer y aprender.
Todo lo que significó el apartheid, su cotidianeidad, la segregación, los Townships, el activismo, la política, las masacres, la vista gorda de gran parte de la comunidad internacional, los héroes, los mártires y su final (al menos en los papeles) estaban representados de manera brillante.
En nuestra visita pudimos recorrer una exposición temporal sobre George Bizos, abogado defensor de los derechos humanos por aquellos años, una galería fotográfica sobre la vida pública y privada de Madiba, con énfasis en el respeto que emanaba y su reconocimiento mundial y una breve reseña sobre Stephen Biko, aquel a quien Peter Gabriel le dedicó una canción en la que narra su triste historia de tortura y asesinato a manos de la policía.
Tan absortos estábamos ante tanta información que el tiempo se pasó volando y tuvimos que apurar el paso cuando nos avisaron que el museo cerraba en 10 minutos. Al salir de allí estábamos vacíos tanto mental como emocionalmente pero agradecidos por haber tenido la oportunidad de recorrer aquel museo.
Por enésima vez, sería el bus rojo el encargado de arrojar nuestros despojos en el hotel donde no hubo más resto que para picar algo y desmoronarnos en la cama.
De más está decir que el último día en Johanesburgo no pudo incluir nada que demandara un mínimo de concentración por lo que lo empleamos para pasear y descansar en la habitación.
Que excelente descripción de tu vivencia!!!
Muy bueno!!!!
Gracias!!! 🙂 🙂