Vorágine capitalina vs. calma  suburbana

Vorágine capitalina vs. calma suburbana

27 enero, 2020 0 By Manu

Antes de seguir adelante te recomiendo leer el post anterior Día de paseo y noche de gira

Amanecido con un dolor de cabeza infernal, efecto colateral de del brownie loco de la noche anterior y del que nadie me advirtió, Amsterdam me decía que tenía que seguir adelante. Para volver a la tierra de los vivos solo atiné a rescatarme con una pastilla de paracetamol que cumplió con su deber ya que, después de todo, qué mejor manera de combatir el efecto de las drogas con más drogas ¿Verdad?

Aquella mañana, motivados por intereses dispares, el grupo volvió a separarse dejando a mi novia, mi mamá y a mí por un lado y al resto por el otro. Lo primero que hicimos fue dirigimos en tranvía hacía la entrada de la casa de Rembrandt. Una vez allí, mi novia prefirió aprovechar la mañana paseando por las callecitas empedradas y visitar librerías dejándonos los aposentos del artista holandés para mi mamá y yo.

Canal
Una nueva mañana en Amsterdam
Casa de Rembrandt
El hogar de Rembrandt

Con la audio guía colgada del cuello recorrimos cada pasillo, cada habitación, cada objeto de aquella casa en la que Rembrandt no solo vivió, sino que además utilizó como recinto de enseñanza y taller.

En uno de los pisos superioers dimos con una amplia habitación con pisos de madera y separada por paneles que daban lugar a cubículos iluminados cada uno por la luz natural de sus ventanas donde los alumnos aprendían los secretos del claroscuro de primera mano.

Prácticamente no había ambiente con paredes vacías, los trabajos del dueño de casa adornaban cada sector, si bien no eran los más célebres (esos están en los museos).

Taller para alumnos
Cada alumno tenía su espacio en esta casa/taller
Cuadros
Arte por doquier
Cama
¿Tu cama tiene una puerta?

Una vez fuera, nos reencontramos con mi novia y fuimos hacia al mercado de flores a chusmear no sin antes almorzar una sopa bien holandesa hecha con guisantes y salchichas.

Todos los puestitos del mercado ofrecían una amplia variedad de flores, plantas y semillas convirtiéndolo en un paraíso para los botánicos. Desafortunadamente, ese no era mi caso, por lo que mi atención fue atraída hacia un negocio ubicado en frente llamado “Magic Mushroom” a donde me aventuré.

Flores
Semillas y flores para todos
Sopa
Sopa de guisantes para mí

Aquel lugar era la panacea para los consumidores de cannabis y otras hierbas. Los anaqueles ofrecían instrumentos de todo tipo para procesar y consumir marihuana en todas sus formas. No conforme con ello, al sumergirme un poco más en el local, vi que además vendían hongos alucinógenos, drogas psicoactivas, energizantes, semillas (por supuesto) y vaya a saber uno qué más.

Sobre el final del mostrador una mesita servía de soporte para un polvillo marrón con un cartelito que lo promocionaba como hierbas molidas energizantes. Hasta ahí todo bien, lo shockeante fue ver cómo, al ser una muestra gratis, los clientes pasaban, tomaban un canuto y le pegaban el nariguetazo sin tapujos.

No voy a negar que los hongos despertaron en mí una inusitada curiosidad, pero sinceramente no tuve el coraje para probar y me justifiqué internamente argumentando que prefería pasar mi primera vez en Holanda mayormente consciente para disfrutar de todo lo demás que tiene para ofrecer.

Aquel mercado de flores fue el punto de reencuentro del grupo. Mis hermanos y sus novias venían de visitar el Rijksmuseum, el principal y más famoso museo de arte de la capital neerlandesa donde se encuentran los grandes éxitos de innumerables artistas locales, con Rembrandt a la cabeza, y algunos artistas internacionales. Reconozco que me hubiera gustado conocerlo aquella vez, sin embargo, las circunstancias hicieron que quedara para otra ocasión.

Magic Mushroom
¿Y esto?
Anaqueles
Todo lo que necesitás
Productos
Herbs of the gods...
Logo

Disponiendo de un par de horas libres antes de que nuestro tour por el barrio rojo comenzara, fuimos a buscar un local recomendado por Manolo (el guía del free tour) que vendía unas galletas que, al parecer, eran la perdición.

Con ayuda de internet, ubicamos el negocio llamado Van Stapele que era atendido por 3 señoritas y cuyo único producto a la venta eran unas galletas de chocolate negro rellenas con un corazón de chocolate blanco. Manolo tenía razón, aquellas cookies recién horneadas y calentitas eran el Nirvana con esteroides.

Nomás salir del local nos topamos con un surreal desfile de personas vestidas de corazón bailando con zancos y montados en carruajes de un rosa vibrante a tono. Les juro que no había probado nada más que aquellas galletas, eso pasó de verdad.

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Desfile
Love is in the air...
Desfile
...everywhere I look around

Ya entrada la tarde, nos congregamos en el punto de partida para la excursión por el barrio rojo. El recorrido nos llevó por innumerables vidrieras de sex shops, negocios de condones de todas formas y colores y nos mostró locales (por fuera) en los que se podía disfrutar de algún trago mientras a unos pocos metros se montaba una escena de sexo para los clientes u otro en el que por unas pocas monedas se podía acceder a un habitáculo con una ventanita que ofrecía 60 segundos de striptease.

Desde ya que el desfile por las vidrieras con las mujeres fue parte de la visita (donde las fotos están prohibidas), todo contextualizado por la historia e información brindada por el guía. El tour resultó por demás interesante y llamativo, sobre todo cuando uno lo hace en familia…

Aquella fue la última actividad del día, por lo menos para mí, mis hermanos, al ser más noctámbulos, fueron en busca de algún barcito para degustar algunas cervezas locales. Además, al día siguiente teníamos reservado un tour mañanero hacia la pintoresca Volendam.

Condones
De todas las formas y colores
Theatre Rosso
Famosa casa erótica
Logo

Por enésima vez, el grupo se veía fraccionado con mi novia, mamá y yo por un lado, que preferimos madrugar para la visita, y por el resto más remolón que se definió por el tour vespertino al mismo lugar.

En aquella fría y nublada mañana, un bus nos llevó a través de la campiña holandesa decorada con casitas tejadas y vacas lecheras. Ni bien arribados a Volendam, los característicos molinos se mostraron tan indivisibles del paisaje como los canales circundantes.

Una visita a uno de ellos nos enseñó el mecanismo y los menesteres de la molienda artesanal de cereales. Al salir, recorrimos esa hermosa ciudad en donde cada pieza estaba en su lugar; las callecitas impecables y las casas típicas impolutas con flores en todas las ventanas que hacían del lugar algo tan perfecto como una escenografía lista para rodar una película.

Molino
El enemigo del Quijote
Casa con flores
Todas las casas eran de ensueño

El recorrido además incluyó una visita a una fábrica de quesos en la que la demostración del proceso de elaboración del lácteo solo aletargó la ansiada degustación posterior.

Ya cerca del mediodía fuimos a un restaurant típico de la zona llamado Havenrestaurant en el que compartimos mesa con un par de comensales que se sentaban y paraban a cada rato, como disconformes con algo y que se hicieron merecedores del odio de mi mamá. En lo que a mí respecta, mi atención estaba canalizada hacia el exquisito sándwich de arenque que yacía bajo mis narices.

Quesos
¡Orgasmiquesos!
Arenque
Un arenque para chuparse los dedos

Sin tiempo para una adecuada digestión, nos subieron a un pequeño ferry que nos depositó en la última atracción del recorrido: una fábrica clásica de suecos (los zapatos, no el gentilicio).

Allí, uno de los empleados con mucho humor nos mostró el paso a paso de la fabricación de suecos, desde que son un bloque de madera hasta que se convierten en calzado a medida. Hoy en día son más bien decorativos ya que el calzado sintético resulta más conveniente, si bien todavía existe alguno que otro que se anima a calzar esos zapatos de madera.

Con nuestro paseo por la tierra de los molinos finalizada y el sol haciéndose lugar entre las nubes, nos tomamos el tren con destino a Zaandam, otra ciudad de tamaño similar a Volendam, pero con construcciones más elevadas y no menos pintorescas.

Las casas alargadas y coloridas ofrecían ángulos llamativos y porciones que sobresalían de los edificios con una gracia y equilibrio brillantes. Tras hacer unas compras, nos tomamos un cafecito abrigados por un confortable sol de tarde que parecía darnos la despedida sabiendo que era nuestro día final en tierras neerlandesas.

Suecos
Suecos hasta colgando del techo... ¡Son los batisuecos!
Zaandam
La hermosa arquitectura de Zaandam
Zaandam
Parecen casas plegables

Con nuestras bolsas en mano nos tomamos nuevamente el tren, solo que esta vez con destino a nuestro departamento en Amsterdam en donde descansamos aguardando la llegada del grupo de la tarde (que fue beneficiado con un clima más favorable para la visita).

Si bien aquella visita al país bajo resultó de lo más entretenida y enriquecedora, me quedó mucho por conocer, no solo en cuanto a museos o atracciones se refiere, sino también en relación a poder disfrutar el día a día más relajado sin tanta vorágine turística y que, según me han contado, es una experiencia de lo más recomendable.

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