De regreso en el campamento, la oscuridad de la noche era ley por lo que debíamos adosarnos una linterna para ir a los baños o ubicar tu carpa. Unas luces colgadas del camión iluminaron nuestra cena la cual se vio musicalizada por la pareja china que llevó al desierto su parlante último modelo conectado por bluetooth a sus celulares del futuro.
Es increíble, pero ni siquiera en el medio del desierto de Namibia pude escapar de la melodía de Despacito, obra del puertorriqueño Luis Fonsi.
Antes de ir a dormir, Jason nos recomendó no dejar el calzado fuera de las carpas debido a la presencia de algún que otro chacal cleptómano. Cierto o no, metimos todo adentro y desfallecimos en nuestras bolsas de dormir.
Más allá de algunas fuertes ráfagas de viento que me desvelaron unos pocos segundos, pude dormir bastante esa primera noche. Lo traigo a colación porque el día siguiente iba a ser uno cargado de actividades por lo que estar bien descansado iba a ser crucial.