Si bien nuestro plan nocturno tenía su sede a escasos metros de donde habíamos estado toda la mañana y parte de la tarde, un descanso para los pies era imprescindible. Aquel recreo casero para las piernas vino acompañado por unos sándwiches gasoleros hechos con fiambre y pan lactal que hicieron las veces de almuerzo y merienda.
Por otro lado, aprovechamos nuestro paso por el departamento para darnos un baño, comunicarnos con nuestras familias y hasta recostarnos unos minutos para recargar las baterías.
Mientras descansábamos, mi hermano mayor, poseedor del chip todopoderoso del celular, se contactó con mis amigos para reencontrarnos a la noche en un bar. Pero no cualquier bar…
A la hora indicada levantamos campamento y comenzamos el traslado de nuestras humanidades hacia destino. El trayecto nos tenía deparados algunos detalles que no te cuentan las guías de turismo y que le agregaron más color a nuestra experiencia muniqués.
Entre estas pequeñas sorpresas destacaron una hermosa fuente que vertía el agua sobre si misma de una manera casi hipnótica. Otra fueron las paredes de un edificio hechas de forma poligonal como si de un render a medio camino táctil y real se tratara.
Qué linda noche!!! (a pesar del camarero, jaajaa)
Dan ganas de ir ya!!!
Jajaja Hermosa noche! (con camarero y todo)