Ya cerca del mediodía regresamos al lugar donde los negocios que les mencioné antes esperaban llenar sus arcas con el contingente de visitantes. Claramente la espera había rendido sus frutos. El caudal de turistas era significativamente superior al que nos recibió unas pocas horas antes.
Muchos de ellos aún aguardaban el traslado para visitar el río subterráneo bajo la latente amenaza de una creciente marea que ponía en jaque sus planes. No me canso de decirlo, madrugar para hacer turismo SIEMPRE garpa.
Otro de los puntos a favor del tour contratado fue que incluía un almuerzo buffet en un lugar de comidas con vista al mar y equipado con bandejas repletas de todo lo que pudiera entrar en mi estómago.
Tan felices como quien acaba de alcanzar un objetivo en la vida, disfrutamos aquel almuerzo charlando con algunos turistas australianos que se mostraban como moneda corriente por aquellos lares. Su presencia era consecuencia de lo barato que les resultaba y de la relativa cercanía que presenta Filipinas con la tierra de los koalas y el didgeridoo.
De regreso en el hotel, aprovechamos para reservar el tour del día siguiente en una oficina de turismo convenientemente ubicada en el segundo piso y que aceptaba tarjeta de crédito. Definido el plan de mañana, salimos a buscar un lugar para comer en la noche filipina que nos abrumó con su caótico tránsito.
No hubo que buscar mucho hasta que pude sentarme a degustar un sabroso pescado llamado Talakitok proporcionado por el restaurante Balinsasayaw. Apenas quedaron las espinas…
Bueno Manu, otro interesante recorrido, extravagante, misterioso, entre ríos subterráneos, oscuridades con murciélagos, bichos venenosos y castillos de arena.. Disfruté el viaje, aunque no niego, con algún escalofrío!
Jajaja Gracias Meme!! Hay que animársele a la naturaleza 😀