Plena jornada muniqués

Plena jornada muniqués

25 agosto, 2021 2 By Manu

Antes de seguir adelante te recomiendo leer el post anterior Encuentro en Múnich

Nuestro primer amanecer en Múnich auguraba un sinfín de lugares a visitar y atracciones por conocer. Generalmente, lo primero que suelo hacer en una ciudad nueva (si no hay una final del mundial de por medio) es ir al casco histórico donde suele reposar el mayor contenido turístico. Dado que mis hermanos opinaban lo mismo, hacia allí enfilamos.

Lo bueno alojarse algo retirados del centro es que se pueden descubrir ciertos tesoros durante el trayecto a destino. Tal fue el caso de la pintoresca fachada de la cervecería Löwenbräu, con su entrada de piedra y su hermosa torre de cúpula cónica.

Lowenbrau
Löwenbräu...
Lowenbrau
...hermosa por donde se la mire

Un par de cuadras más adelante nos esperaba la amplísima Königsplatz, cuya arquitectura neoclásica revisita los órdenes clásicos griegos. En primera instancia, su inmenso propileo de corte dórico nos dio la bienvenida hacia un parque con parcelas de césped al ras separadas por desiertas calles de cemento.

Hacia la izquierda se erigía la gliptoteca, representante del orden jónico y hogar de esculturas milenarias que abarcan desde la época arcaica a la romana. Sobre nuestra derecha observamos el Staatliche Antikensammlungen que con todo su porte corinto cobija innumerables antigüedades locales, romanas, griegas y etruscas.

Sabrán comprender que esta avalancha de arte e historia la pasamos de largo ya que, como dije anteriormente, nuestro objetivo era llegar al centro.

Propileo de Konigsplatz
El propileo nos recibe
Gliptoteca
Gliptoteca de Múnich

Finalmente llegamos a la Karlsplatz donde una entrada de arco apuntado y flanqueada por dos torres sacadas de una partida de ajedrez nos invitaron a pasar.

Más allá del umbral del pórtico se extendía la peatonal Neuhauser cuyo caudal de transeúntes y negocios en sus márgenes nos daban la pauta de haber arribado a destino.

La marea de turistas se dividía entre quienes optaban por disfrutar un tardío desayuno en una mesita al aire libre, quienes iban por los negocios drenando euros cual agua en canasto y quienes marchaban por el centro de la calle como pasivos observadores.

Nosotros formábamos parte del último grupo, si bien reconozco que no pudimos resistir la tentación de algunos souvenirs.

Entrada a Karlsplatz
Ingresando a la emblemática Karlsplatz
Caminando Karlsplatz
Cafés y souvenirs

Varios metros dentro de la peatonal nos encontramos con la iglesia de San Miguel cuyo blanco y triangular frente sobresalía del resto de los edificios. Su magnífico interior, inmejorable anfitrión de los rayos del sol, era otra demostración de las maravillas arquitectónicas eclesiásticas a las que Europa ya nos tenía mal acostumbrados.

Catedral de San Miguel
La iglesa de San Miguel por fuera...
Catedral de San Miguel
...y por dentro

Continuando con nuestro firme andar por la peatonal (que a esta altura había sido rebautizada como Kaufingerstrasse), llegamos al súmmum del turismo muniqués: la Marienplatz. Esta extensa plaza tapizada con baldosas parecía ser el centro neurálgico de la ciudad y razones no le faltaban…

Lo primero que saltó a la vista fue el imponente Neues Rathaus (Nuevo Ayuntamiento) de estilo gótico con columnas agujadas y aberturas bien cargadas de ornamentaciones. En mi opinión, el contraste entre las flores rosas que decoraban sus balcones y el gris de su fachada le confería un dejo de misticismo.

Rathaus Múnich
El imponente Neues Rathaus muniqués

La torre del ayuntamiento, de 85 metros de altura, tiene el honor de alojar el quinto reloj más grande de Europa. Asimismo, además de ayudar a los chicatos de vista para llegar a horario, dicho reloj posee tras de sí un complejo sistema de campanas capaz de interpretar varias melodías.

En el centro de la plaza se eleva la columna de María, un pilar con una estatua dorada en su ápice y cuya homenajeada es la responsable del nombre del lugar. Algo más relegada en protagonismo pero no menos pintoresca está la Fischbrunnen (Fuente del pez), otrora lugar empleado por los pescadores para mantener su producto fresco.

Rathaus y torre
Postal de Marienplatz
Fischbrunnen
La simpática Fischbrunnen

Mientras apreciábamos tanta construcción bonita me percaté de nuestras disímiles conductas en cuanto a la toma de fotos se refiere. Por un lado, mi hermano menor absorbiendo la escena principalmente con sus ojos y relegando la cámara del celular para algún detalle particular que pudiera llamar su atención sin que este fuera necesariamente de corte turístico.

Por mi parte, tomaba 3 o 4 fotos de las principales atracciones pero también trataba de estar presente en el momento para poder disfrutar con la mirada y no a través de una pantalla.

Finalmente, mi hermano mayor equipado con su selfie stick y tomando en consideración el encuadre, la luz y demás menesteres gatillaba instantáneas como si no hubiera un mañana. Y menos mal que lo hizo!!! Muchas de las imágenes que están viendo fueron posibles gracias a él y su frenesí fotográfico.

Karlsplatz
La otra cara de la plaza y su gente

Durante un recreo fotográfico, observamos cómo el creciente número de colegas turistas comenzaba a levantar la mirada en dirección a la torre del reloj. Los minutos pasaban y la gente no se movía de su lugar, siempre con la vista clavada como agujas en la torre.

Como para no quedar al margen, nos acoplamos al comportamiento colectivo sospechando el porqué de tanta expectativa.

A las 12 en punto, comenzaron a sonar las campanas centenarias de la torre y en los dos balcones de la torre dio inicio un espectáculo cinemático de personajes representativos de la historia y costumbres de Múnich.

Las figuras de caballeros, bufones, músicos, bailarines y portaestandartes mecánicos se asomaron coloridos al ritmo de las campanadas yendo de derecha a izquierda y viceversa. Supongo que el interior de aquella torre debe ser bastante espacioso porque habremos visto más de 20 figuras distintas asomarse para la multitud.

Si bien en un principio me resultó una exhibición bastante vistosa, luego de casi 10 minutos con la cabeza en alto las cervicales empezaron a acusar recibo. Y por si eso fuera poco, toda la intensidad del picante sol muniqués sobre nuestras molleras ya jugaba un papel considerable.

Como sospecharán, si existe un Nuevo Ayuntamiento es porque lo precedió uno antes. Dicho “viejo” ayuntamiento lo encontramos bien cerquita sobre la cara oeste de la misma Marienplatz. Me imagino que cuando construyeron el nuevo la mudanza del mobiliario no debió ser muy tediosa.

Alter Rathaus
Pues no parece tan viejo

Mientras nos acercábamos a la torre ladera del viejo ayuntamiento, nos encontramos con mis amigos que estaban en plan “walking tour” con su grupete y su guía.

Unas gafas oscuras denotaban efectos residuales del tsunami de cerveza de la noche anterior por lo que un rápido saludo fue todo lo que nos ocupó aquella fortuita coincidencia. Además, si nos poníamos a charlar ahí, se les escapaba el grupo…

Cuando creíamos que habíamos dejado atrás el pelotón de turistas, fuimos a parar al vecino Viktualienmarkt, un mercado agrícola centenario. Como todo mercado al aire libre, el lugar era un imán para el peatón y sus productos lo justificaban.

Viktualienmarkt
De paseo por el mercadito

Me sorprendió la variedad de frutas, verduras y embutidos de todas las formas y colores que había allí. Por supuesto que el mercado contaba con otro tipo de productos a la venta, pero el aspecto gastronómico siempre me tira más.

Viktualienmarkt frutas
Frutas coloridas
Viktualienmarkt carnes
Productos cárncos

Luego de recorrer aquel festival de olores y sabores, fue el turno del oído y la vista para entrar a escena. Sobre una callecita, un par de artistas callejeros disfrazados brindaban un espectáculo tan extravagante como cautivador.

Uno llevaba puesta una cabeza de caballo mientras desplegaba todo su talento en el acordeón. El otro, acéfalo, bailaba sin cesar desde su asiento. Imposible pasar desapercibidos…

Logo

De regreso hacia el departamento para comer algo, pasamos por el castillo Alter Hof cuyo prontuario destaca por haber funcionado como residencia imperial de Luis IV de Baviera.

El lugar, más allá del profundo contenido histórico que lo envuelve, es una construcción muy bonita de época con ventanas rectangulares y techos tejados de inclinación considerable.

No obstante, lo que sobresale sin duda es una suerte de torre/ventana incrustada en la fachada interna que parece irrumpir con su armónica arquitectura. Lamentablemente, parte de este hermoso edificio fue convertido en oficinas y departamentos de lujo con todas las “remodelaciones” que ello conllevó. El futuro llegó para llevarse la historia puesta…

Alter Hof
Resquicios de una rica historia abrumada por el "progreso"

Unas cuadras al norte llegamos a la Max-Joseph-Platz para descansar unos momentos en las escalinatas del fastuoso Teatro Nacional de Múnich. Mientras mirábamos a la gente caminar por el interior de la rotonda coronada por una estatua de Maximiliano I de Baviera, los Porsche negros no paraban de desfilar. No es chiste, cada 4 autos, 1 tenía que ser un Porsche negro.

En esta zona de Múnich podíamos perdernos y todo alrededor aún seguiría siendo un deleite para los ojos. Jardines, glorietas, iglesias, museos, plazas, institutos, residencias… Todo era lindo.

Max-Joseph-Platz
Recreo en Max-Joseph-Platz
Königsbau
Con el Königsbau de fondo

Tras deambular por sus calles empedradas, fuimos a parar sin querer a la Odeonplatz. Aquella plaza es un espacio súper abierto en cuyos márgenes este y sur cuenta con dos auténticas joyitas: la Theatinerkirche y el Feldherrnhalle.

La cantidad de lugares para visitar en la capital bávara es verdaderamente inmensa y, si bien ganas de conocer no faltaban, la hora del almuerzo comenzaba a transmutar hacia la de la merienda.

Odeonplatz
Dupla matadora en Odeonplatz: Feldherrnhalle al centro y Theatinerkirche a la derecha

Cuando se viaja a este tipo de lugares repletos de cultura e historia es indispensable elegir qué es lo que se quiere visitar. Mal que me pese, solo pudimos saborear la capa externa del profundo atractivo de algunas partes de Múnich. Si bien aún teníamos un día y medio más allí, sabía que mucho iba a quedar a cuenta para una futura visita.

Así las cosas, no pudimos evitar reeditar aquella magnífica sesión de hipnosis acaecida en Bruselas. En esta oportunidad, el sujeto susceptible de mis infalibles poderes hipnóticos fue mi hermano mayor quien pudo dar fe de la veracidad e intensidad de aquella experiencia.

No te pierdas como sigue este viaje en el siguiente post Hofbräuhaus, una experiencia de aquellas

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