El palacio y los jardines de Schönbrunn

El palacio y los jardines de Schönbrunn

14 mayo, 2022 0 By Manu

Antes de seguir adelante te recomiendo leer el post anterior La ciudad más linda de Europa

Apenas había transcurrido la primera noche en Viena y yo ya sentía haber estado allí más de un mes. El cielo algo encapotado de la mañana no morigeraría ni un ápice nuestras ansias por salir a seguir explorando esta maravillosa ciudad.

Luego de un desayuno casero, verificar la carga de nuestros celulares (que más bien funcionaban como cámaras fotográficas) y calzarnos nuestros cortos para capear el patente verano circundante, cruzamos la puerta del departamento hacia una nueva aventura.

Con algo de brisa suave condimentando la mañana, caminamos hacia la estación de trenes Kattenbrückengasse. La estación se encontraba un par de metros por debajo del nivel de la calle sin por ello encuadrar en la categoría de subterráneo.

Tren
Todos a bordo!!!

La corta espera hasta el arribo de nuestro tren se esfumó entre charlas baladíes en un castellano probablemente inentendible para los pocos pasajeros que pululaban por el andén.

Una vez arriba del gusano de metal, partimos en dirección suroeste hacia una de las mayores atracciones de la capital austríaca: el palacio de Schönbrunn.

Este gigante de escalonada fachada amarilla y sus jardines adquirieron su aspecto actual a principios del siglo XVIII por obra y gracia de la famosa reina María Teresa y es Patrimonio de la Humanidad desde 1996.

Dada la magnitud de su jerarquía turística, el mar de visitantes invadiendo las inmediaciones se hizo notar. Y eso que habíamos llegado relativamente temprano…

Schonbrunn entrada
La gente comienza a agolparse a las puertas del palacio

Como el caudal de gentío era intenso, tuvimos que sacar entrada para el horario de las 10:30, es decir, una hora más tarde de lo que teníamos previsto. Con ese excedente a disposición, me dirigí hacia la tienda de regalos en busca de algo interesante para llevar a casa y que se manifestó en forma de chocolates.

También aprovechamos para recorrer la parte delantera del predio que contaba con modestos jardines y alguna que otra fuente. Esta antesala al palacio era tan vasta en su extensión que disimulaba muy bien la densidad de turistas desperdigándolos de manera muy conveniente.

Schonbrunn2
Haciendo tiempo para entrar...

A la hora indicada nos apersonamos en la puerta del palacio para cortar boleto el cual incluía la visita a 22 habitaciones y los jardines traseros. Como imaginarán, el lugar superaba ampliamente la veintena de salones, pero muchos de ellos estaban cerrados al público.

No obstante, existía la posibilidad de acceder a un ticket de mayor calibre que permitía visitar 40 habitaciones y que, esperablemente, costaba unos euros extra. Creo que para poder disfrutar de esta experiencia extendida como corresponde es menester ser un conocedor más cabal de la historia austríaca. Desafortunadamente, ese no era nuestro caso.

Schonbrunn
La vista antes de ingresar

A poco de ingresar al recinto nos indicaron que, lamentablemente las fotografías estaban prohibidas más allá del hall. La otra cara de la moneda se materializó en forma de audioguías en español que detallaban la historia y curiosidades de cada ambiente.

Schonbrunn hall
La foto más interna del palacio que pudimos sacar

El circuito por los interiores de esta residencia de veraneo de los Habsburgo estaba delimitado por unas cuerdas rojas al mejor estilo entrada de gala para el teatro.

Por dentro era todo suntuoso, desde los pisos de madera interrumpidos por alfombras finísimas hasta los muebles tallados a la perfección y tapizados exquisitamente.

En casi todas las esquinas de las habitaciones me percaté de la presencia de unos raros y vistosos elementos de casi 2 metros hechos con un material similar a la porcelana. Por suerte, mi fiel audioguía sabía de qué se trataban y me comentó que eran estufas para calefaccionar los crudos inviernos. Sin embargo, no debían darle demasiado uso ya que no era la residencia real predilecta durante dicha estación.

Mientras nos abríamos paso entre tanto lujo, llegamos a una habitación con una característica bien particular. Allí, un niño de tan solo 6 años llamado Wolfgang Amadeus Mozart deleitó a la emperatriz María Teresa con un concierto de piano. Tras aquel auspicioso debut real, la carrera del genio Mozart solo le depararía un éxito tras otro hasta morir en la injusta pobreza.

Podría dedicar extensas líneas para describir la siempre interesante y omnipresente decoración rococó, pero voy a hacer hincapié en un recinto en particular: la Gran Galería.

Este salón de 40 metros de largo por 10 de ancho es el lujo por antonomasia. El cielo raso cubierto con frescos fastuosos, las molduras doradas delineando cada rincón, un par de pesadas arañas iluminándolo todo y el piso impecable de madera eran tan sublimes que encandilaban.

Me imagino la cantidad de recepciones y bailes reales que deben haber pasado por allí… De hecho en la actualidad se suele emplear para la realización de recitales de música de cámara y ballets.

Logo

Finalizada la parte “indoor” de nuestra visita, nos aventuramos hacia los jardines traseros del predio cuya inmensidad daban la sensación de estar bien alejados de la urbe vienesa.

Sus 160 hectáreas, que originariamente funcionaron como coto de caza, le permiten albergar un laberinto, el primer zoológico del mundo y hasta unas auténticas ruinas romanas.

Por supuesto que no nos daba la vida para recorrerlos en su totalidad por lo que decidimos empezar a caminar en dirección opuesta al palacio por un terreno que se anunciaba en ascenso.

Schonbrunn
Desde allí veníamos...
Schonbrunn
...y hacia allá íbamos

Los primeros pasos por la parte central nos permitieron degustar un sexteto de áreas florales decoradas con tanta perfección como simetría. Coronando aquella zona flanqueada por arbustos en forma de verdes paredes divisamos una fuente tan hermosa que bien podría estar en un museo.

Schonbrunn fuente
Pavada de fuente
Schonbrunn flores
Jardines palaciegos

En ese punto resolvimos desviarnos por uno de los caminos laterales de ripio que se mostraba un tanto más boscoso y menos concurrido. Por estos senderos era común cruzarse con más de un corredor realizando su rutina diaria o parejas caminando solo por el mero disfrute. Más aún, el acceso a estos jardines es absolutamente gratuito y está disponible para todo dios.

Schonbrunn jardines
Caminos laterales
Schonbrunn jardines
Circuito runner de lujo

Luego de varios minutos de caminata, nos topamos de sopetón con una rústica fuente pétrea con pequeñas cascadas, adornada con esculturas y culminada con un obelisco dedicado a los reyes José II y María Teresa.

Schonbrunn fuente
Esto cada vez se pone mejor...

Tras maravillarnos con tamaña demostración artística llegamos a la conclusión de que era momento de retomar el camino principal hacia la cima la cual nos aguardaba con una de las joyas del lugar: la Glorieta.

Esta increíble construcción, que tiene más bien la forma de una galería, actualmente alberga un café en el que se pueden degustar las mejores delicias austríacas acompañadas por unas vistas de ensueño. Obviamente que todo costaba un ojo de la cara; incluso el ascenso a la terraza lo cobraban aparte.

Schonbrunn glorieta
La Glorieta
Schonbrunn glorieta
Adentro podías tomarte un cafecín

Ciertamente las panorámicas desde allí eran fascinantes y permitían apreciar el palacio en todo su esplendor precedido por los maravillosos jardines. Desde ya que no perdimos oportunidad para atiborrar nuestros teléfonos con fotos de tan majestuoso escenario cuya versión digital poca justica le hacía a la real.

Con nuestra visita prácticamente concluida y el mediodía golpeando la puerta, las ganas de almorzar nos indicaron que era momento de regresar a la ciudad…

Schonbrunn vistas
Las vistas del palacio y la ciudad

No te pierdas como sigue este viaje en el siguiente post Sabores vieneses

Logo