Postales desde “el ombligo del mundo”

Postales desde “el ombligo del mundo”

15 febrero, 2020 0 By Manu

Antes de seguir adelante te recomiendo leer el post anterior La plenitud del Titicaca

Nuestro primer día oficial en Cuzco estábamos 0km y arrancamos temprano hacía las elevadas ruinas de la fortaleza de Saqsaywaman construida enteramente con piedras encastradas a la perfección.

Aun no se ha logrado descifrar cómo pudieron trasladar aquellas pesadas rocas, algunas de las cuales constan de varias toneladas, ni esclarecer el método utilizado para esculpir de manera tan perfecta sus ángulos.

Habremos estado una hora recorriendo los vestigios de tan hermoso lugar. A la distancia una réplica en menor escala del Cristo Redentor brasileño fijaba su mirada en la ciudad yaciente varios metros más abajo.

Me resultaba muy contradictoria esa manifestación del cristianismo allí. Una contradicción que mutó a fastidio al enterarme de que muchas de las piedras de Saqsaywaman fueron sacrílegamente retiradas para construir la catedral de Cuzco.

Saqsaywaman
La precisión arquitectónica de Saqsaywaman
Saqsaywaman
Y a gran escala

Cerca de allí nos aguardaba un mirador con vista de privilegio a la centenaria ciudad emplazada en el valle que más tarde nos contaría sus secretos.

Panorámica de Cuzco
Panorámica del ombligo del mundo

Ya fuera de la fortaleza, el tour prosiguió por otros sitios arqueológicos relevantes del imperio Inca. Tal fue el caso de Tambomachay (y su ingeniosa red de canales que abastecieron de agua durante siglos a la ciudad), Pukapukara (puesto militar de defensa) y Q´Enqo (sitio ceremonial dedicado a la adoración de sus dioses).

Tambomachay
Tambomachay
Pukapukara
Pukapukara
Q´enqo
Q´Enqo
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Después de picar algo por ahí, el tour vespertino por la ciudad de Cuzco nos llevó por su original mercado en el que un cartel en la entrada advertía: “Amigo de lo ajeno, prohibido el ingreso al mercado bajo pena de arresto y golpiza”. La cantidad y variedad de productos típicos era increíble: maíces multicolores, papas multiformes, cacao al 100% y productos cárnicos de cuanto bicho se les ocurra.

En aquel mercado nos separamos un instante del presuroso ritmo del resto del grupo para indagar más a fondo sus pasillos. Tan así fue que no estaba terminando de pagar una compra y nuestro contingente ya estaba de salida hacia el siguiente punto del tour.

Advertencia
Acá no se andan con vueltas...
Mercado de Cuzco
El mercado por dentro

Presurosos nos dirigimos hacia el imponente templo de Qorikancha, el más importante de la ciudad y devenido en el convento de Santo Domingo. A decir verdad, más que un templo es un museo que recorre la cosmogonía andina, la forma de vida durante el imperio del Inca, la forma de construcción de la época y tanto más.

El templo se encuentra ubicado en un montículo apenas elevado en el centro de la ciudad, con un jardín de césped al ras que ofrece una linda vista in situ de Cuzco.

El paseo se prolongó hacia el vistoso barrio de San Blas cuyas callecitas nos llevaron a conocer la imposible piedra de los 12 ángulos, un bloque esculpido a la perfección con un acabado inimaginable en la pared de uno de los tantos templos de la ciudad. Se imaginan si el pueblo inca se hubiera dedicado a diseñar rompecabezas?

Cosmogonía Andina
Dorada cosmogonía andina
Qorikancha por adentro
Galerías internas
Qorikancha por fuera
Vistas externas
Piedra de los 12 ángulos
¡Nobel de arquitectura para esta gente por favor!
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Con la pericia que otorga la experiencia, el guía reservó lo mejor para el final: la catedral de Cuzco. La fachada se hallaba tapizada de bloques encimados, unas altísimas puertas verdes con herrajes, campanarios a los costados y arcos y columnas bien ornamentados.

Sin embargo, el exterior no le hacía justicia ni por asomo a su suntuoso interior inundado por frescos gigantes, figuras religiosas decorados con oro, arte pictórico por doquier, un coro espectacular hecho de madera tallada al milímetro, relicarios ostentosos y un altar que sería la envidia del mismísimo Vaticano.

No me sorprende que las fotografías estén prohibidas. Sospecho que a los dueños de casa debe darles vergüenza que la vulgaridad de tanto lujo pueda escapar del sacro recinto. Más allá de mi apreciación personal, lo que pude ver ahí adentro fue realmente maravilloso.

Catedral de Cuzco
La imponente catedral de Cuzco
Puerta de la catedral de Cuzco
Demasiada puerta para mí...

Cuando estábamos saliendo con el cuello resentido de levantar la vista para tratar de fijar en la memoria cada detalle, escuchamos una discusión detrás de nosotros. Aparentemente, una pareja de brasileños había osado tomar fotografías del lugar por lo que un guardia de seguridad se les abalanzó rápidamente y les quitó la cámara.

Aquella intempestiva reacción desató la furia de la mujer que, por lo que pude entender, lo trató de violento y ladrón. El guardia no hacía más que recordarles la prohibición y les decía que no podían llevarse las instantáneas. Ante un panorama cada vez más caldeado, ambas partes llegaron a un acuerdo y resolvieron borrar las fotos bajo la condenatoria vista del personal de seguridad.

Superada aquella peculiar escena, el día concluyó con Alicia, Enrique, Ed, mi novia y yo disfrutando infusiones varias y algo de pastelería en uno de los tantos cafecitos que ofrecía el centro histórico y sus alrededores.

No te pierdas como sigue este viaje en el siguiente post Las maravillas del Valle Sagrado

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