Primera mañana en Seúl
Antes de seguir adelante te recomiendo leer el post anterior 33 horas de vuelo
Debo reconocer que mis deseos de descansar la primera noche se vieron frustrados pero no por algún ruido indeseable o por incomodidad de la cama, nada de eso. Era tal la magnitud de mi jet lag que a las 3 de la mañana estaba en la cama mirando el techo con los ojos abiertos como una lechuza.
Imagínense que en mi cabeza eran las 3 de la tarde y si bien el cansancio era evidente, el sueño parecía circular por otros carriles. Batallando contra mi ritmo circadiano pude forzar una hora más de sueño pero a las 7 de la mañana no tuve más remedio que levantarme.
Mi novia también tuvo su correspondiente cuota de jet lag. Sin embargo, el extremo cansancio al que se vio sometida ganó la batalla y, afortunadamente, pudo dormir mejor que yo.
El caso es que a las 8 ya estábamos los dos sentados en la minúscula habitación dedicada al desayuno. La misma se encontraba perfectamente equipada con una heladera, cafetera, mermeladitas, mantequitas, dispenser de cereales, pan, leche y unas Zucaritas en coreano que fueron mi elección esa mañana.
Mejor abrigados que la noche anterior, salimos a pasear por la congelada ciudad con alguna que otra atracción en mente pero sin rumbo fijo. Fue paseando por la futurista metrópoli que experimenté otro de los mejores momentos de mis viajes.
Me resultaba fascinante el mero hecho de caminar por la calle, ver cómo todo era tan distinto y parecido a la vez, observar a la gente yendo a sus trabajos o haciendo sus quehaceres diarios. En definitiva, percibir la ciudad en su estado natural.
Si bien no soy un entusiasta de las grandes urbes, Seúl me cautivó al instante. Recorriendo sus calles pude contemplar esos inmensos edificios de vidrio angulado, la ausencia total de bocinazos y lo pulcro de sus calles.
Incluso me resultó curioso el habitáculo exclusivo para fumadores emplazado al margen de la vereda cual parada de autobús, en el que los oficinistas desesperados se aglutinaban para despuntar el vicio. Al parecer fumar en espacios públicos estaba prohibido ¿Lo pueden creer?
Deambulando por la cotidianeidad coreana fuimos a dar con la catedral Myeong-dong. Este hermoso edificio gótico ubicado en un espacio abierto es un bastión de la religión católica, mucho menos presente en Corea del Sur que en los países de occidente.
A pesar de estar cerrada por ser tan temprano, la arquitectura exterior era realmente hermosa. Así y todo, más bonito aún era su jardín cubierto con miles de rosas blancas iluminadas con luces LED. Por supuesto que al ser de día, estaban apagadas, pero en una posterior visita nocturna pudimos apreciarlas en todo su esplendor.
Cerca de las 10 de la mañana nos dirigimos hacia el primero de los palacios reales de Seúl que se muestran como unas de las principales atracciones culturales de la ciudad. El elegido para dar comienzo al tour palaciego fue Deoksugung.
Aprovecho la ocasión para avisarles que van a tener que familiarizarse un poco con este tipo de nombres porque van a ser moneda corriente.
Una entrada muy similar a una pagoda, con techo tejado verde, figuras impares de animales en sus vértices, mucha madera colorida y tres ideogramas chinos al frente (recordemos que el idioma coreano es dentro de todo joven y que Corea estuvo bajo influencia china por muchos siglos) dieron inicio a nuestro tour en inglés a través del predio real.
Cabe destacar que en la actualidad la monarquía coreana es inexistente. Si bien algunos descendientes conservan títulos nobiliarios, todos los edificios de la realeza se hayan vacíos y su principal función es turística, sumado a alguna que otra celebración cultural.
Aun estando rodeado por una pujante metrópoli, me resultó sorprendente la paz y el silencio omnipresentes en el lugar. Nuestro guía nos llevó por varias construcciones que sirvieron de salones para tareas administrativas, militares, clericales y donde, desde ya, residían ambos reyes.
Mientras nos acercábamos a la entrada del palacio real per se, notamos una especie de camino de piedra que culminaba en la antesala de la puerta. El mismo constaba de tres franjas delimitadas, estando la del centro unos centímetros elevada del resto y asignada exclusivamente a los reyes.
Un par de metros a los costados de dicho camino, vimos unas lápidas con simbología china cuyo significado nada tenía que ver con un epitafio. Muy por el contrario, marcaba la ubicación de cada oficial, en orden creciente de rango, para escoltar la llegada del rey y la reina a su “lugar de trabajo”.
Dado que el ingreso al mismo estaba prohibido, solo pudimos acercarnos hasta la puerta y admirar lo colorido de su interior, el detallado trabajo de la madera en sus techos, la tarima central dedicada al trono y la presencia de dragones dorados custodiando desde arriba.
Detrás del trono observamos una hermosa pintura denominada Irworobongdo, en la que se representan el sol como el rey, la luna como la reina y los cinco montes de Corea (del Sur y del Norte). Desde la dinastía Joseon, aquella representación gráfica forma parte del Eojwa, trono hereditario de la monarquía coreana.
Estando fuera de la temporada turística y siendo casi las únicas personas con rasgos occidentales, pudimos recorrer tranquilos el lugar. En un momento escuchamos en la lejanía un sonido de tambores y exclamaciones que anticipaban una procesión de soldados con las vestimentas típicas de la época y portando estandartes.
El porqué de tanto alboroto tenía su explicación en el inminente y siempre interesante cambio de guardia. Lo loco es que la representación comenzó en la otra punta del predio y les llevó varios minutos de firme marcha en dirección la puerta de ingreso. Eso sí, venían acompañados por instrumentos de viento con un sonido similar al de la gaita y una percusión muy original.
Con esta procesión llegaba el fin de la sección matutina que cedía gentílmente su lugar a la etapa vespertina de la jornada…
No te pierdas como sigue este viaje en el siguiente post Primera tarde en Seúl
Interesantísimo viaje a un pais tan diferente al nuestro. Me encantó la arquitectura y el colorido. Gracias Manu por esta entrega
Es realmente muy interesante. Uno de los lugares al que definitivamente voy a volver.
Saludos!!
Buenísimo Manu, me encantaría ir al Lejano Oriente! Corea parece un país fascinante.
Es un mundo aparte, te vuela la cabeza.
Gracias Pibe! Abrazo!
Estoy embobado leyendo todos los detalles de este viaje. Quizás porque la cultura oriental es tan diferente a la nuestra es lo que nos lo hace más atractivo. Aplausos para las fotos y videos que ilustran este destino!
Gracias Eze!
Allá es bastante diferente, y eso que Seúl está bastante occidentalizado. Lo que debe ser el resto…
Abrazo!