Primera mañana en Seúl

Primera mañana en Seúl

22 abril, 2020 6 By Manu

Antes de seguir adelante te recomiendo leer el post anterior 33 horas de vuelo

Debo reconocer que mis deseos de descansar la primera noche se vieron frustrados pero no por algún ruido indeseable o por incomodidad de la cama, nada de eso. Era tal la magnitud de mi jet lag que a las 3 de la mañana estaba en la cama mirando el techo con los ojos abiertos como una lechuza.

Imagínense que en mi cabeza eran las 3 de la tarde y si bien el cansancio era evidente, el sueño parecía circular por otros carriles. Batallando contra mi ritmo circadiano pude forzar una hora más de sueño pero a las 7 de la mañana no tuve más remedio que levantarme.

Mi novia también tuvo su correspondiente cuota de jet lag. Sin embargo, el extremo cansancio al que se vio sometida ganó la batalla y, afortunadamente, pudo dormir mejor que yo.

El caso es que a las 8 ya estábamos los dos sentados en la minúscula habitación dedicada al desayuno. La misma se encontraba perfectamente equipada con una heladera, cafetera, mermeladitas, mantequitas, dispenser de cereales, pan, leche y unas Zucaritas en coreano que fueron mi elección esa mañana.

Zucaritas coreanas
La mejor forma de arrancar un día coreano

Mejor abrigados que la noche anterior, salimos a pasear por la congelada ciudad con alguna que otra atracción en mente pero sin rumbo fijo. Fue paseando por la futurista metrópoli que experimenté otro de los mejores momentos de mis viajes.

Me resultaba fascinante el mero hecho de caminar por la calle, ver cómo todo era tan distinto y parecido a la vez, observar a la gente yendo a sus trabajos o haciendo sus quehaceres diarios. En definitiva, percibir la ciudad en su estado natural.

Si bien no soy un entusiasta de las grandes urbes, Seúl me cautivó al instante. Recorriendo sus calles pude contemplar esos inmensos edificios de vidrio angulado, la ausencia total de bocinazos y lo pulcro de sus calles.

Incluso me resultó curioso el habitáculo exclusivo para fumadores emplazado al margen de la vereda cual parada de autobús, en el que los oficinistas desesperados se aglutinaban para despuntar el vicio. Al parecer fumar en espacios públicos estaba prohibido ¿Lo pueden creer?

Amanecer en Seúl
Amanece en Seúl
Caminando en Seúl
Turisteando por la cotidianeidad
Rascacielos
Los rascacielos marcan la tónica del centro de la ciudad
Skyline de Seúl
Poco tránsito en los albores de la jornada

Deambulando por la cotidianeidad coreana fuimos a dar con la catedral Myeong-dong. Este hermoso edificio gótico ubicado en un espacio abierto es un bastión de la religión católica, mucho menos presente en Corea del Sur que en los países de occidente.

A pesar de estar cerrada por ser tan temprano, la arquitectura exterior era realmente hermosa. Así y todo, más bonito aún era su jardín cubierto con miles de rosas blancas iluminadas con luces LED. Por supuesto que al ser de día, estaban apagadas, pero en una posterior visita nocturna pudimos apreciarlas en todo su esplendor.

Catedral de Myeong-dong
La catedral de Myeong-dong y su jardín de rosas LED
Catedral de Myeong-dong
El sol pidiendo permiso
Rosas de noche
Rosas LED en la noche
Logo

Cerca de las 10 de la mañana nos dirigimos hacia el primero de los palacios reales de Seúl que se muestran como unas de las principales atracciones culturales de la ciudad. El elegido para dar comienzo al tour palaciego fue Deoksugung.

Aprovecho la ocasión para avisarles que van a tener que familiarizarse un poco con este tipo de nombres porque van a ser moneda corriente.

Una entrada muy similar a una pagoda, con techo tejado verde, figuras impares de animales en sus vértices, mucha madera colorida y tres ideogramas chinos al frente (recordemos que el idioma coreano es dentro de todo joven y que Corea estuvo bajo influencia china por muchos siglos) dieron inicio a nuestro tour en inglés a través del predio real.

Palacio Deoksugung
Entrada al Palacio Deoksugung

Cabe destacar que en la actualidad la monarquía coreana es inexistente. Si bien algunos descendientes conservan títulos nobiliarios, todos los edificios de la realeza se hayan vacíos y su principal función es turística, sumado a alguna que otra celebración cultural.

Aun estando rodeado por una pujante metrópoli, me resultó sorprendente la paz y el silencio omnipresentes en el lugar. Nuestro guía nos llevó por varias construcciones que sirvieron de salones para tareas administrativas, militares, clericales y donde, desde ya, residían ambos reyes.

Sendero
Paz en los senderos
Pagoda en Deoksugung
El contraste entre tradición y presente
Color en Deoksugung
Color en la arquitectura
Deoksugung
Una más linda que la otra...

Mientras nos acercábamos a la entrada del palacio real per se, notamos una especie de camino de piedra que culminaba en la antesala de la puerta. El mismo constaba de tres franjas delimitadas, estando la del centro unos centímetros elevada del resto y asignada exclusivamente a los reyes.

Un par de metros a los costados de dicho camino, vimos unas lápidas con simbología china cuyo significado nada tenía que ver con un epitafio. Muy por el contrario, marcaba la ubicación de cada oficial, en orden creciente de rango, para escoltar la llegada del rey y la reina a su “lugar de trabajo”.

Palacio real de Deoksugung
El camino superior de la realeza
Lápida
Tu jerarquía en la lápida

Dado que el ingreso al mismo estaba prohibido, solo pudimos acercarnos hasta la puerta y admirar lo colorido de su interior, el detallado trabajo de la madera en sus techos, la tarima central dedicada al trono y la presencia de dragones dorados custodiando desde arriba.

Detrás del trono observamos una hermosa pintura denominada Irworobongdo, en la que se representan el sol como el rey, la luna como la reina y los cinco montes de Corea (del Sur y del Norte). Desde la dinastía Joseon, aquella representación gráfica forma parte del Eojwa, trono hereditario de la monarquía coreana.

Trono real
Irworobongdo en el lugar del trono
Dragones
Dragones protectores

Estando fuera de la temporada turística y siendo casi las únicas personas con rasgos occidentales, pudimos recorrer tranquilos el lugar. En un momento escuchamos en la lejanía un sonido de tambores y exclamaciones que anticipaban una procesión de soldados con las vestimentas típicas de la época y portando estandartes.

El porqué de tanto alboroto tenía su explicación en el inminente y siempre interesante cambio de guardia. Lo loco es que la representación comenzó en la otra punta del predio y les llevó varios minutos de firme marcha en dirección la puerta de ingreso. Eso sí, venían acompañados por instrumentos de viento con un sonido similar al de la gaita y una percusión muy original.

Con esta procesión llegaba el fin de la sección matutina que cedía gentílmente su lugar a la etapa vespertina de la jornada…

No te pierdas como sigue este viaje en el siguiente post Primera tarde en Seúl

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