Últimos días asiáticos
26 mayo, 2021Por una demora en nuestro vuelo de regreso a Seúl, “cortesía” de la empresa Cebú Pacific, arribamos nuevamente a Incheon con más de tres horas de retraso.
Relatos por el mundo
Por una demora en nuestro vuelo de regreso a Seúl, “cortesía” de la empresa Cebú Pacific, arribamos nuevamente a Incheon con más de tres horas de retraso.
Una de las sugerencias aportadas por el israelí Aaron en aquel viaje hacia Puerto Princesa fue que 5 días en la ciudad eran demasiado tiempo, teniendo en cuenta las actividades que tenía para ofrecer.
El día siguiente, soleado como esperábamos, arrancaba como un calco día anterior. De pie cual soldados en la puerta de la empresa de tours estábamos esperando para subir a nuestro barquito de madera que tenía 4 nuevos destinos para nosotros.
Sin haber podido desear un día más soleado, nos levantamos llenos de energía y expectativa para apostarnos a la hora señalada frente a las puertas de la empresa responsable de nuestro tour del día.
Trasnoche de por medio en el avión, llegamos pasadas las 9 de la mañana al aeropuerto de Puerto Princesa. Ni bien recogimos nuestras valijas nos subimos de un salto a una camioneta que nos esperaba en la puerta para trasladarnos en dirección norte hacia el pueblito de El Nido.
Si bien el cielo del día siguiente amaneció nuevamente cubierto por nubes, eso no fue impedimento para que, tras el infaltable mega desayuno de hotel, arrancáramos temprano en dirección hacia el centro de la ciudad.
Desde un vuelo nocturno de más de 3 horas provisto por la asiática aerolínea Cebu Pacific, nos despedimos de la futurista Corea del Sur en busca de temperaturas más generosas, playa y naturaleza.
En nuestro último día antes del hiato filipino, tuvimos que hacer el check out y dejar las valijas en el hotel ya que, como nuestro vuelo estaba pactado para la noche, nos quedaba casi un día entero en Seúl y pretendíamos sacarle provecho.
La segunda noche, el jet lag me hizo un guiño y me dejó dormir un par de horitas más. No obstante, tras dar vueltas en la cama y con el aval de mi novia, prendí el televisor para tratar de distraerme un poco
El mediodía decía presente y parecían haber pasado un millón de horas desde el desayuno. Por lo tanto, nos despedimos del palacio Deoksugung para perdernos por las callecitas del barrio Myeongdong en busca de un lugar para almorzar.