Un popurrí de Cebú

Un popurrí de Cebú

15 agosto, 2020 4 By Manu

Antes de seguir adelante te recomiendo leer el post anterior Mi primer contacto filipino

Si bien el cielo del día siguiente amaneció nuevamente cubierto por nubes, eso no fue impedimento para que, tras el infaltable mega desayuno de hotel, arrancáramos temprano en dirección hacia el centro de la ciudad.

Conforme avanzábamos con el taxi, la cantidad de gente en la calle aumentaba con cada esquina transcurrida. En un punto era tal la muchedumbre que ya resultaba imposible abrirse paso entre la multitud por lo que debimos bajar del vehículo y continuar a pie.

Al principio no entendíamos a qué se debía tamaña conglomeración de personas. Sin embargo, unos cuantos pasos más tarde descubrimos que se trataba de una procesión hacia la mencionada basílica del Santo Niño.

Ahí mismo nos cayó la ficha de que era domingo y, transitando las vísperas del multitudinario evento, los fieles comenzaban a calentar motores congregándose a las puertas del sacro recinto. El interior ya estaba colmado y desde afuera se podía escuchar la misa dominical gracias a unos altoparlantes oportunamente dispuestos para la ocasión.

Basílica Santo Niño
Una procesión de coloridos paraguas
Basílica Santo Niño
Basílica del Santo Niño

Sorprendidos por la devoción del pueblo filipino, fuimos entrometiéndonos entre los asistentes equipados con sus cientos de paraguas multicolores.  De tanto en tanto nos pegaban un flor de susto gritando a viva voz: “¡¡¡VIVA SEÑOR SANTO NIÑO, VIVAAAA!!!”.

A sabiendas de la masiva concurrencia que acarreaba este tipo de misas, los vendedores ambulantes y puesteros no perdían un segundo en armar sus estanterías con todo tipo de artículo relacionado con la iconografía católica y, en particular, con la imagen del santo niño de piel trigueña.

Si bien la misa en desarrollo no despertaba demasiado interés en nosotros, sí lo hizo el haber coincidido fortuitamente en tiempo y espacio con un evento de tamaña envergadura e importancia para los locales. Ciertamente, el auténtico festejo se llevaría a cabo el domingo siguiente, pero de todas formas los preparativos de los que fuimos testigos resultaron de lo más llamativos.

Vendedores
Vendedores ambulantes aquí...
Vendedores
...y puesteros allá

Despacio y con el debido recaudo como para no interferir en la espiritualidad del momento, nos abrimos paso entre la multitud hacia uno de los puntos turísticos más importantes de la ciudad: la cruz de Magallanes.

Esta inmensa cruz de madera es una representación de la original colocada hace casi 500 años por exploradores españoles y portugueses liderados por el famoso Fernando de Magallanes. Dato de color: Magallanes falleció en la isla de Mactan ubicada a escasos kilómetros de Cebú.

Se cree que la original se encuentra resguardada en una planta inferior, debajo de la versión para turistas. El objetivo es protegerla de las inclemencias del tiempo y, especialmente, de todo aquel amigo de lo ajeno capaz de arrancar un pedacito como recuerdo.

Digo que “se cree” que esa es la ubicación de la original porque también se sospecha que pudo haber sido destruida hace muchos años. Solo Dios sabe…

Lugar de la cruz de Magallanes
Allí donde descansa la cruz de Magallanes
Cruz de Magallanes
Una gran réplica de la cruz de Magallanes
Cruz de Magallanes
Carta de presentación

Como la lluvia estaba empezando a caer con mayor intensidad, comenzamos a caminar hacia el norte de regreso a nuestro hotel. Sin embargo, de camino nos topamos con el Heritage of Cebu, un monumento de piedra y metal que recopila diversos eventos y lugares significativos de la historia de la ciudad.

Entre ellos se destacaban la revolución local contra el dominio español, el asesinato del amigo Magallanes en Mactan, la basílica del Santo Niño y la catedral metropolitana.

Como el monumento estaba emplazado al aire libre sobre una plazoleta triangular, la lluvia hizo muy dificultoso nuestro acercamiento para apreciarlo mejor. No obstante, desde nuestro techito de la cuadra de enfrente nos pareció una pieza muy linda e interesante de cultura e historia cebuana.

Heritage de Cebú
Heritage of Cebú
Heritage de Cebú
Explicación en tagalog y apellidos españoles

Apenas un par de cuadras más adelante dimos con otra de las atracciones de la ciudad: La casa Gorordo. Esta casa/museo del año 1850 fue adquirida por el mercante español Isidro Gorordo y albergó cuatro generaciones de su familia uno de cuyos integrantes fue el primer obispo de Cebú.

El clima poco propicio para salir a pasear nos congració con la posibilidad de contar con una guía exclusiva para nosotros.  En primera instancia tuvimos un pantallazo general de la historia cebuana que incluyó un repaso por los apellidos de las familias originarias de Cebú (más de la mitad eran españoles) y fotografías de antaño.

Gorordo
Casa Gorordo
Gorordo
La marca de los españoles conquistadores

A continuación ingresamos formalmente en la morada que nos recibió con una hermosa escalera de madera con el último escalón acariciando un segundo piso repleto de muebles y decoraciones tallados en madera de manera magistral.

Todo estaba excelentemente conservado: las habitaciones, la pequeña capillita, la sala de estar con su piano de pie, la cocina y los baños algo más adaptados a los tiempos que corren. Mención aparte para el comedor con una mesa ataviada con vajilla de porcelana y cubiertos de plata lista para recibir 10 comensales.

A riesgo de sonar insistente, quiero recalcar que todo, pero todo, estaba inundado de mobiliario, decoración, pisos y techos trabajados exquisitamente en una madera oscura y brillosa. Tan solo el mero hecho de presenciar la prolijidad en cada detalle justificaba la visita a la casa. Y qué les digo si a ello se le suma la compañía de un contexto histórico de lo más enriquecedor…

Escalera Gorordo
Escalera a pura madera
Hall Gorordo
Un hall de lujo
Cama Gorordo
Hasta la cama estaba tallada
Mesa Gorordo
La mesa está servida

Tan absortos estuvimos ante la belleza del interior que ni nos percatamos de que la lluvia había amainado permitiéndonos extender un poco más nuestro rally turístico. Pero como era de mediodía y el bagre empezaba a picar, fuimos en busca de un lugar para almorzar.

Al ver que nuestra búsqueda no daba los frutos deseados, nos vimos forzados a recaer en el único lugar cercano que vimos abierto… un McDonald´s. Al día de hoy lo siento como una manchita más en mi expediente culinario, pero bueno, ya tenía un hambre que daba calambre.

Como última actividad del día fuimos a recorrer el fuerte San Pedro, un antiguo bastión militar español construido bajo las órdenes del conquistador Miguel López de Legazpi. La función primigenia de esta fortaleza consistió en repeler piratas musulmanes. Con los años pasó a ser insignia de los libertadores filipinos en la guerra por la independencia del reino español y hoy en día toma la forma de museo.

Además de las piezas históricas cobijadas en su interior, el fuerte se presta muy bien para recorrerlo a paso tranquilo a fin de apreciar sus paredes de piedra, sus jardines, sus cañones de hierro y sus techitos tejados con vistas al estrecho de Cebú.

Fuerte San Pedro
El pétreo fuerte San Pedro
Fuerte San Pedro
Los reverdecidos interiores

De regreso en el hotel recibimos un mail informándonos que, lamentablemente, nuestros planes para el día siguiente se verían frustrados. Los mismos consistían en un tour de día completo hacia la vecina isla de Bohol para visitar sus dulces, dulces colinas de chocolate.

El culpable de la repentina cancelación sería ni más ni menos que el tifón Auring, quien daba comienzo a la temporada de tormentas tropicales. Si bien no tenía previsto impactar de lleno en las islas por las que circulábamos, hacía muy difícil todo tipo de traslado marítimo interinsular.

Como para llegar a Bohol era indispensable trasladarnos en ferry, tuvimos que masticar bronca y aceptar los designios de la naturaleza con la certeza de que la única posibilidad en nuestras vidas de conocer Bohol se había esfumado.

Por suerte, la empresa organizadora de la excursión se hizo cargo y nos reintegró todos los gastos dejándonos un día extra en Cebú sin saber bien que hacer. Pero como dice el dicho: al mal tiempo, buena cara.

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Al día siguiente, resolvimos sobre la marcha ir a conocer el templo taoísta de Cebú, ubicado cuesta arriba en dirección al centro de la isla. Obviamente, reincidimos en los servicios de un taxi que nos dejó cómodamente a las puertas del templo que se abría camino por el inclinado terreno.

Unas escaleras llenas de peldaños rojos nos guiaron hacia la pagoda principal repleta de iconografía, ofrendas y algún que otro fiel en pleno acto de rezo. Si bien las fotografías en el interior de cada recinto estaban prohibidas, las instantáneas de las inmediaciones estuvieron a la orden del día.

Escaleras Tao
El camino nos guía...
Templo Tao
...hacia el hermoso templo taoísta

La ubicación de las macetas bordeando los estanques, la simbología china decorando paredes y columnas, las pagodas de tejas verdes custodiadas por imponentes dragones y las campanas de hierro forjado me hicieron sentir que estaba en otro país. Un país detenido en el tiempo y alejado del caos urbanístico que se desataba un par de kilómetros cuesta abajo.

Vaya uno a saber por qué, pero los mitológicos dragones aferrados a los vértices de los techos tejados despertaron en mí una grata fascinación. Quizás por su magnífica figura estilizada o por su simétrica disposición, encajaban perfectamente con su respectivo recinto protegido.

Traté de identificar los más que pude, tomándoles un sinfín de fotografías como quien se empeña en una fútil cruzada por capturar una criatura de fantasía.

Casa Tao
La hermosa arquitectura del templo
Campana
Campanas rústicas
Dragones
Dragones en perfecta simetría

Luego de un par de horas de visita por la casa de la religión del “Camino”, regresamos a la ciudad sin saber bien que más hacer. Pero como sabíamos que esa misma noche nos esperaba otro vuelo nocturno, decidimos aprovechar el resto del día en modo ultra relajo.

En primer lugar, fuimos otra vez al Aiiiiiiala Mall para almorzar en un restaurant llamado Golden Cowrie donde me desquicié degustando unas vieiras hermosamente condimentadas que mi novia prefirió evadir. Ella se contentó con unos rolls de verdura fritos acompañados con salsa de soja, arroz y otra salsa agridulce.

Almuerzo cebuano
Rolls de verdura para ella
Almuerzo cebuano
Vieiras para mí

Consumada una sobremesa salpicada por la intermitente presencia de nuestro pendiente camarero Naald, tuvimos una idea bastante atípica para este tipo de vacaciones y en esta parte del mundo: fuimos al cine.

La proyección elegida fue Collateral Beauty, con Will Smith, Helen Mirren, Keira Knightley, Edward Norton, Kate Winslet y demás.

Ustedes pensarán: “¿Desperdiciaron un día en Filipinas para ir al cine a ver una película estadounidense?”. Lo cierto es que la película tenía que ser en inglés ya que nuestro entendimiento del tagalog dejaba mucho que desear.

Por otro lado, nos gustó mucho la película y, más aún, disfrutamos un precioso momento de distensión que sirvió de relleno ante la sorpresiva suspensión del tour por Bohol. Así que, a fin de cuentas, resultó ser un último día redondo de paseo y relajación.

Al regresar al hotel, nos dedicamos a armar las valijas ya que nuestro vuelo hacia la inmensa isla de Palawan partía a las 4 de la mañana. Entre que había que cenar, bañarnos y estar en el aeropuerto unas horas antes, los horarios no daban para mucho más. Quizás para una sopita de verduras en el hotel…

Sopa cebuana
Sopita y a la cama

Si bien elegimos Cebú para evitar pasar por Manila, la cual nos habían contado que podía ser bastante abrumadora, tuvimos la buena suerte de encontrar varias atracciones que enriquecieron los pocos días que allí pasamos.

Desde mi punto de vista, 2 o 3 días en Cebú, siempre y cuando sean bien aprovechados, son suficientes para tener un pantallazo de una de las ciudades más antiguas de Filipinas.

Así y todo, estoy orgulloso de haber pasado por allí. En retrospectiva, creo que es un destino al que difícilmente regrese pero cuyo recuerdo espero haber plasmado fielmente a través de estas líneas.

No te pierdas como sigue este viaje en el siguiente post Unas Filipinas más playeras

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