Durante la espera, veíamos con curiosidad cómo unos vendedores ambulantes, únicos tripulantes y capitanes de su kayak, iban de barco en barco vendiendo latitas de cerveza a los sedientos turistas.
En un momento, a unos pocos metros, una turista (rusa si la memoria no me falla) comenzó a saltar gritando ante la atónita mirada de su pareja quien no parecía comprender el motivo de su espanto. Conforme la señorita huía aterrorizada del lugar, señalaba con su mano hacia el agua, como dando a entender que algo la había atacado.
“¿Tanto escándalo por un alga que le rozó la pierna?” pensé, pero unos instantes después mi novia sintió un pinchazo en su pierna. De repente, la preocupación de la rusa comenzaba a tomar entidad y sin mucha vuelta subimos a nuestra embarcación. Una vez arriba, pude ver que mi novia tenía en su pierna la marca perfecta de una pequeña mordedura.
Cuando le preguntamos al guía qué podía haberla atacado, nos contestó que seguramente se trataba del Chocolate Fish, un pequeño pececito muy territorial. Afortunadamente, más allá de su mordedura, no era venenoso ni representaba riesgo para la salud.
En honor a la verdad, confieso que me resultó gracioso el diminuto ataque de un pececito, sobre todo por la marca de todos sus dientecitos en la piel de mi novia. A ver, la herida no tenía más de 1 cm de diámetro, ya que de otra forma seguramente lo hubiese tomado con mayor seriedad. Lo cierto es que a ella no le pareció tan gracioso y miró con mala cara mis esfuerzos por evitar mi sonrisa.
Me gustaría probar el Balut =)
Vamos a los lagos de Palermo a buscar!!