Si bien lo he mencionado en otra ocasión, es increíble la sensación que me invade cada vez que tengo frente a mí una obra de arte o un paisaje de ese calibre. Como que no termino de caer en la cuenta de estar frente a eso que tantas veces vi plasmado en imágenes de revistas o libros.
Luego de que un grupito de gente terminó de admirar la obra, me abrí paso hacia aquel cuadro llamativamente más grande de lo que imaginaba. Más allá de su tamaño, me sorprendió el darme cuenta que las vestimentas de la pareja no eran amarillas, eran de un dorado vibrante capaz de reflejar la luz como el metal.
Con los ojos tan abiertos como me era posible para tratar de captar toda la majestuosidad de la obra, me acerqué hasta tenerlo a menos de un metro (no había una valla separadora) y me saqué cuanta selfie pude, solo y acompañado por mis hermanos. Una obra maestra más para la colección…
Qué maravilla todo lo que pudiste ver allí. Me sorprendí con el hallazgo de Klimt y otras obras! Bellísimo todo, adentro y afuera!!!
Siempre hay que meter un poquito de arte en cada viaje